Conocer el “sobrenombre” de cada eneatipo es fácil y frecuente. Empezando por el uno “el perfeccionista” o “el reformador”, el dos “el ayudador” o “el altruísta”, el tres “el triunfador” o “el exitoso”, el cuatro “el artista” o la mejor de las veces “el individualista”, el cinco “el investigador” o el “experto”, el seis “el leal” o menos popular “el miedoso”, el siete “entusiasta” o “epicúreo”, el ocho “el lider” o “el jefe” y el nueve “pacificador” o “mediador”. Si os fijáis son características o atributos bastante positivos. Entran bien, son digeribles y comprensibles. Para personas que acaban de empezar a conocer el mapa del comportamiento que describe el eneagrama, este sistema de clasificación basado en adjetivos neutros o positivos es pedagógico y práctico, fácil de entender y de recordar. Incluso de caricaturizar.
Pero para descubrir todos los tesoros de esta potente y precisa herramienta hay que continuar avanzando y no quedarnos sólo con la parte más light de las personalidades, porque eso no se ajustaría a la realidad. Nuestro jefe no es un líder amable, nuestra suegra en su afán de ayudar se inmiscuye demasiado y nosotros mismos tenemos muchas cosas que mejorar que distan bastante del retrato idealizado. Para descubrir qué comportamientos deberíamos “pulirnos” concretamente, si somos suficientemente intrépidos, subimos al segundo escalón: el de las pasiones o pecados capitales de cada eneatipo.
Aquí ya se complica la cosa. Ya “no gusta” tanto. Ya no son adjetivos amables, ya sentimos que se hurga en nuestra herida lo suficiente como para hacernos sentir incómodos y con frecuencia al presentar los pecados capitales o pasiones dominantes se acaba la fiesta: muchas personas se desmotivan para seguir aprendiendo más sobre el eneagrama y no esperan a las buenas notícias, lo cual es una pena.
Al 1 no le gusta que le digan que su “pecado” es la ira y se retira antes de descubrir que su “virtud” es la paciencia. Lo opuesto.
Una aclaración antes de seguir con el resto de eneatipos: ¿Cómo se consigue alcanzar y atesorar justamente la virtud opuesta a nuestro “peor defecto”? Con luz. Con la autoconciencia que te brinda la sabiduría del eneagrama. Con auto observación. Con humildad para reconocer aquello que puede mejorarse de nosotros mismos. Y con un pico y una pala. Porque nadie dice que sea fácil. Hay que picar piedra. No se acuesta uno siendo un iracundo sin conciencia de su rabia interior y amanece uno después de leerse un libro del eneagrama totalmente iluminado y liberado de la cruz de la impaciencia para siempre. Hay que vigilarse. Cada día. Esas reacciones nos han acompañado toda la vida, no es sencillo librarse de ellas de un plumazo. Hay que entenderse, darse cuenta de nuestros automatismos y de qué situaciones nos hacen “reaccionar” y por qué. Es imprescindible identificar las características de nuestro ego. Trabajarse. Tomar responsabilidad de nosotros mismos. Porque el que se responsabiliza de sí, puede elegir comportarse diferente.
Sigamos con los pecados y virtudes del resto de eneatipos:
Al 2 no le gusta (ni reconoce) que su pecado capital sea el orgullo, y se retira antes de saber que su virtud (si se trabaja) es la humildad.
Al 3 no le gusta (ni reconoce) que su pecado capital sea la vanidad, y se retira antes de saber que su virtud (si se trabaja) es la autenticidad.
Al 4 no le gusta (ni reconoce) que su pecado capital sea la envidia, y se retira antes de saber que su virtud (si se trabaja) es la ecuanimidad.
Al 5 no le gusta (ni reconoce) que su pecado capital sea la avaricia, y se retira antes de saber que su virtud (si se trabaja) es la generosidad.
Al 6 no le gusta (ni reconoce) que su pecado capital sea el miedo, y se retira antes de saber que su virtud (si se trabaja) es la valentía.
Al 7 le da bastante igual su pecado capital sea la gula, y se retira antes de saber que su virtud (si se trabaja) es la moderación porque había quedado para cenar con unos amigos 😜.
Al 8 no le gusta (ni reconoce) que su pecado capital sea la lujuria, y se retira antes de saber que su virtud (si se trabaja) es la compasión.
Al 9 no le gusta ni disgusta que su pecado capital sea la pereza, se retira antes de saber que su virtud (si se trabaja) es la diligencia porque profundizar en el eneagrama es demasiado esfuerzo 😜.
Permitidme una gota de ironía, porque como bien apunta David Barba, otro de los ingredientes indispensables para hacer un buen uso de esta brújula es poseer un sano sentido del humor que nos permita reírnos de nosotros mismos para combatir más fácilmente al ego, tan proclive al autobombo.
Próximamente iré publicando posts dedicados a cada una de las virtudes. Con la ilusión de enganchar o reenganchar a aquellos que necesitan saber cuál es la meta antes que el camino. Por qué no.