“Se dice que el mulá Nasrudín estaba agachado buscando algo bajo la luz de un farol. Un amigo se sumó a él en la búsqueda de lo que -como le había aclarado el mulá- era la llave de su casa. Sólo tras largo rato de esfuerzo infructuoso, se le ocurrió al amigo preguntarle a Nasrudín: «¿Estás seguro de que la perdiste aquí?» A lo que éste respondió: «No, estoy seguro de que la perdí dentro de mi casa». «Entonces, ¿por qué la buscas aquí?», preguntó el amigo. «¡Es que aquí hay mucha más luz!», explicó el mulá.”
Las anécdotas del mulá de Idries Sah son pedagógicamente utilizadas por Claudio Naranjo en sus cursos, libros y conferencias porque de forma ligera y simpática, (Nasrudín es un híbrido entre sabio y tonto del pueblo), sirven de metáfora perfecta de potentes mensajes y enseñanzas.
En esta anécdota concretamente la idea central es la de que estamos buscando la «llave» en el lugar equivocado. Claudio pregunta ¿Cuál es la «llave» de nuestra liberación y de nuestra plenitud última? Encontrar o re-encontrar nuestro ser. Buscar dónde hay más luz equivaldría a buscar donde cuesta menos esfuerzo, pero esa no es la estrategia más adecuada.
La palabra óntico procede del griego ὄν, ὄντος, lo que es, el ser, ente, participio presente activo de εἶναι, ser. El “oscurecimiento óntico” al que siempre hace referencia C. Naranjo es la ceguera de nuestro auténtico ser. Y la inconsciencia de la inconsciencia. Estamos ciegos. Creemos que nos conocemos y nos engañamos sin saberlo. No nos damos cuenta de la errónea atribución del yo con el “Ego”. Ego siempre entendido como el falso self o personalidad ficticia con la que nos hemos identificado, la voz en off de ese personaje que nos habla en nombre de nuestra supuesta conciencia.
“Dondequiera que el «ser» parezca estar, no está, y el ser sólo puede hallarse de la forma más improbable: mediante la aceptación del no-ser y de un viaje a través del vacío.” Claudio Naranjo, Carácter y Neurosis
Yo os diría que un rato de vacío vale la pena, no hay nada como encontrar la llave de casa. Ni qué decir que el Eneagrama es el mejor mapa del tesoro.